lunes, 10 de noviembre de 2014

Corazones férreos.

Corazones descuartizados, oscuros, inservibles, averiados, corrompidos, afeados, desfigurados.
¿Hay un paradero llano para estos corazones? 
Quizás las tierras lejanas que se vislumbran dificultosamente si tu vista está rota como tu corazón son el lugar donde destinados están los corazones caídos a parar.
Vamos a hacer un intento de reparar lo que un día se desbarató, se dañó.
Coge tus manos llenas de heridas de agujas de tantos intentos fallidos de coser corazones y hazlo una vez más.
Embellece, recompone, cose, pega, arregla. Quizás esta es la buena.
Mira como suenan las campanas de la isla de los corazones rotos, se alegran de librarse de uno más. Ya no hay espacio para ninguno más.
Las personas oscuras, profesionales de lo funesto siguen al acecho entre las sombras.
Lo que ellos no saben es que nos estamos creando nuevos corazones férreos.
Que ya no dañan, ya no afectan sus palabras perniciosas. Nuestros oídos se han hecho de seda. Oyen todo, pero no todo escuchan.



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